hoy la música me suena distintia, lejana, sin acordes, lo que viene a ser desafinada. Es como si la presión de una gran cuesta arriba ensordeciese mis oidos y dificultase uno de los que considero placeres vitales, "la escucha".
Ni siquiera, o quizás, por culpa de, los ejercicios para fomentar la escucha en clase de interpretación, la gripe también ha colapsado no sólo mis respiraciones, ha quedado la sensibilidad táctil relevada a un aparente tercer plano, que no entiende de densidades, sutilezas o respiraciones.
Ensordecido y culpable, esta estraña gripe afectiva muestra estos síntomas, sumados a la desgana y falta de fuerzas que conlleva la gripe invernal que sufrimos todos los viandantes de pro de este mundo. Lo triste es el no poder confiar en el remedio fugaz de un paracetamol, o la calma aparente de uno de tantos antitusivos, a este virus no lo mataré así como así, es más, seguro que más adelante les sorprendo narrándoles los efectos dermatológicos de una molesta urticaria en forma de irritación grave, ya les contaré, pero por favor, si saben como ayudarme no duden en hacermelo saber, ya se lo agradeceré con algún otro favor de sabiduria de corte popular, gracias.
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