... sin volver la vista atrás se encaminó seguro con la firme decisión de no volver a caer en la trampa, si el destino había decidido llegar a ese punto cumbre de la ruptura nada habría que pudiera detenerlo, sabía perfectamente como se las gastaba, el destino, no él.
cuando las miradas llegaron a sustituir las palabras, y el rostro abierto al fácil lenguaje de la emoción, pudo comprender que se estaban amasando en una confianza digna de las mejores de las amistades, como las de la niñez. Y a la par se calzaron las botas que marcarían una caminada con ritmo y fuerza, dejando huella, la suerte estaba echada, la defensa ante cualquier ataque era irremediable, no había dudas, el primer nombre en aparecer por la mente era el suyo, capaz de solucionar cualquier problema, y de plantar oidos a las quejas y lamentos de una mala y desafortunada tarde de verano, pero ciego, fue dejando guiar sus pasos con una intuición fallida que no vino sino a demostrar la duda que "las parcas" fueron incrementando por lo cotidiano de su entusiasmo, hasta un punto tal, que la sombra de la tormenta se fue ciñendo sobre él, robando su color y energía para irse apagando y tomar una decisión...
