lunes, 6 de julio de 2009
ASFIXIA
justo ahora que deseaba caminar descalzo, pisando fuerte el verano, expandir la plantas de los pies para sentir de la manera más pura el suelo, la arena, la humedad del césped, justo ahora, es cuando parece que podría clavarme los cristales rotos y espinas que veo por todo el suelo, que mis pies repelen la textura resbaliza del azulejo, que la gravilla levantada del asfalto puede dañarme, y me paro, estancado ante lo que pudo ser un gran abismo pero se quedó en un pequeño escalón, sin atreverme a dar el salto que me permitiría posicionarme al otro lado de las obras de mi calle, pérdido, solitario, en este pueblo sin aires de ciudad que me brindó un año de posibilidades y ahora imposibilita, aliándose con la atmósfera abrasante del verano y la piedra, el griterío y las risas que se ahogaron con la despedida, y las miradas de soslayo a unos ojos complices que partieron a unas ciudades con aires de pueblo a sentirse como yo, supongo...
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