Está ahogada la rabia, muerta, bien muerta, se ha encargado de hacerlo la extraña melancolía que me invade en estos dos días de estancia en el purgatorio, si antes tenía la extraña sensación de no haber vociferado lo suficiente, de haberme guardado esputos e insultos no dichos, de ganas de matar que al final, remitieron de la manera más tierna e infantil, han acabado sepultados bajo una burbuja, provocando su asfixia y por tanto defunción.
Ahora me habita una pena tan inmensa que solo pretende empujar al exterior el llanto acumulado durante tanto tiempo. He vagado desnudo, desprotegido de mantas, pieles y maquillajes, haciendo un esfuerzo enorme por no dejarme el alma en una tajada provocada por las cáscaras y los cartones, he vagado desnudo, mirandote a los ojos y haciendo un enorme esfuerzo por tapar mis vergüenzas y no mostrarme más vulnerable de lo que soy, he vagado desnudo inmerso en un sueño, entregado a la vida, y desafiante y desafiado me entregé a una rutina, cíclica y eterna, que por primera vez tuvo su auténtico fin antes de recibir el disparo final que provocase la caida sin red de esta mi "montaña de yo".No hay personaje, ¿hay teatro?, dudo, por lo que sufro y he vagado, por esta sensación de frío similar a la del fin de una ducha, ambos escalofrios son lo que me hacen pensar que hay alguien aguardando detrás de la cortina. Y ahora quien me dice que la función ha acabado,¿hubo función?, más bien parece que me enfrento ante la exposición de un testimonio vital, ofrecido en bandeja a un cortejo de comensales sin escrúpulos que aguardan comerse la amalgama formada por mi musculatura y mi sistema nervioso. Cómo decir entonces que esto fue espectáculo, ¿es que alguien quiere ver más?...
Gracias a que me he visto curado de mis cortes y arañazos por unas blancas manos pequeñas, frías e inocentes, que se enjuaban mi sangre en sus lágrimas, para desinfectar y purificar en un ritual de cariño y admiración que alimentaba mi desesperación y me daba fuerzas para continuar muriendo...
Hoy, que he intentado volver a vestirme, he sentido el escozor provocado por el roce de la piel sobre mi alma, y he decidido continuar en el mundo desnudo, vagando, automáta,con mis mismo miedos, tus mismos deseos y las mismas quejas esperando de nuevo el disparo final que me de la vida.
De aquí no me bajo.