miércoles, 4 de febrero de 2009

Acurrucadito, o como una fabulosa mañana soleada acabó en tormenta a cielo abierto

- Ya lo sé...
qué si, que tienes toda la razón del mundo,...
que no, que no te doy la razón como a los tontos, pero no tengo ganas de discutir...
ya, claro, siempre pones la misma excusa,sabes que pienso de todo esto y creo que no tengo que volver a repetirtelo, comienzo a cansarme de un tira y afloja sin sentido cada mañana, después de cada café recién hechecito y tomado justo después de cada ducha de agua caliente para intentar relajar mi constractura, esa que me duele justo después de hacer el amor contigo cada miércoles después de ver la serie que cada semana te tiene más enganchada y no te deja vivir como al resto de cada 80% de la población del país. YA...LO...SÉ...


Inevitablemente cada vez que despierto al timbrazo del despertador me revuelvo un par de veces intentando saborear por última vez el cálido confort del edredón antes de entregarme por completo a la exhalación congelada de una mañana más, y junto con las sábanas, me desprendo de mi "vida en sueño", del "sueño de mi vida", o "la vida soñada", es decir de los momentos oníricos en que el despertar se transforma en discusión acompañada, o en bronca con compañía de las que deja el buen sabor de boca de un polvo en pareja y el sabor amargo de la tostada quemada por culpa de una pareja de cuchillas de afeitar abandonadas a su suerte en el estante que se pelean por declararse de tu propiedad aunque tu dudes de su pertenencia.
Y me alegro de despertar en soledad aunque añorando esas voces en off de las que se hacen eco todas las mañanas televisivas. Y de nuevo sólo, me entrego al caminar rutinario bajo un sol amenazante que despierta en mí la envidia del desoficiado que pueda disfrutar de él bajo el árbol de algún parque...
Y curiosamente la mañana se alía con mi mala suerte para tornarse en una negrura asfixiante que solo es capaz de blanquearse con el rasgado fugaz del rayo y la tromba de agua que golpea en los cristales de la clase, martilleos insistentes que se mezclan de nuevo con la voz en off que me reprochará llegar tan tarde y no saludar con el beso frecuente...
...y para colmo y por orgullo, volví a salir sin paraguas.

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